Desde 1874 Piaget ha cultivado en su Manufactura de La Côte-aux-Fées, una tradición de excelencia que se hace extensible a todas las habilidades y conocimientos en relojería. Los movimientos más exclusivos, los más valiosos, y los más planos han sido creados por sus relojeros. En 2015, la empresa combina este arte relojero con el de los oficios artísticos más excepcionales alrededor de uno de los emblemas más sólidos de la Maison: la Rosa, creando para ello una serie de relojes únicos completamente en línea con la tradición creativa de la Manufactura.
La rosa es uno de los símbolos de Piaget. “Es la flor más universal” explica Yves Piaget. “Me hace recordar mi infancia cuando me enamoré por primera vez de esas rosas caninas que llamamos rosal silvestre y que crecen libremente a una altitud de 1100 metros. Fue al abandonar La Côte-aux-Fées y trasladarme a Neuchâtel cuando descubrí las rosas cultivadas.”
El amor incondicional de Yves Piaget por la reina de las flores fue reconocido en 1982 cuando se bautizó a la variedad ganadora del Concurso Internacional de Nuevas Rosas de Ginebra con su nombre. Con sus 80 pétalos rosa aserrados y su embriagador perfume, se convirtió en muy poco tiempo en una referencia. Piaget, virtuoso indiscutible del diseño creativo, de la orfebrería y de exaltar la belleza de las piedras preciosas, expresa la eterna belleza de esta flor de diferentes formas a través de exquisitas creaciones de joyería y relojería. De hecho, la colección “Piaget Rose” está completamente dedicada a este icono de la firma.
Mecenas de la rosa y de los jardines en los que se cultivan, la Maison Piaget continúa dedicándose a la conservación de esta elegante y encantadora flor en su estado natural. Este compromiso se ha consolidado mediante el apoyo a la restauración del Jardín de rosas de Josefina en el Château de Malmaison, además del jardín Princesa Gracia de Mónaco plantado en 1984 en honor de la esposa del Príncipe Rainiero III.
Con motivo del 25 Salón Internacional de la Alta Relojería, Piaget se asocia con diversos artesanos excepcionales para ofrecer una serie de relojes decorados con preciosas esferas que homenajean la belleza de su rosa.
Una proeza de la marquetería con piedra dura
Imagine el trabajo de los cortadores de piedra del Taj Mahal escalado a las pequeñas proporciones infinitesimales de la esfera de un reloj. Esta es sin duda la mejor forma de comprender el excepcional know-how aplicado por Hervé Obligi en las esferas de los relojes creados por la Maison Piaget.
El hombre es un artista. Formado en su origen como ebanista y escultor, empezó a desarrollar una gran pasión por las piedras duras a principios de la década de los ochenta durante un viaje a Florencia. Poco a poco, con gestos cada vez más precisos, aprendió a trabajar con maestría el lapislázuli, la malaquita, el jade y la turquesa… Para él todo es cuestión de experiencia e instinto. Hay que comprender lo que significa la piedra si uno desea cortarla sin romperla y permitir que irradie sus colores más hermosos.
El trabajo con estas piedras, alguna vez referidas como piedras finas o semipreciosas, se convirtió en una especialidad en Florencia durante la época de los Medicis. Los ricos banqueros eran los mecenas, y retomaron la tradición de los emperadores romanos que ya se rodeaban de objetos y muebles con incrustaciones de piedras duras. Pero mientras los artesanos antiguos simplemente realizaban patrones de mosaicos con piedras todas ellas cortadas al mismo tamaño, los Florentinos, a petición de los Medicis, empezaron a practicar la marquetería.
Utilizada esta técnica en su origen con la madera, la idea consistía en esta ocasión en cortar las piedras con las formas exactas para reproducir los motivos deseados. Flores, frutas, pájaros, todos ellos creados en vivos colores se utilizaron para decorar mesas, la tapa de un cofre o las puertas de un valioso armario. Fue la maestría en este arte lo que le valió al taller de Hervé Obligi para recibir el prestigioso distintivo “Entreprise du Patrimoine Vivant” (Empresa del Patrimonio Vivo).
Para la colección Art & Excellence presentada en el SIHH 2015, Piaget propuso empujar las fronteras de su arte más allá, miniaturizando sus creaciones para que pudieran adornar la esfera de un Altiplano, el reloj icono de la Manufactura. El tema elegido como ilustración fue por supuesto la rosa, el emblema de la Maison.
La rosa en piedra dura de la esfera alterna entre tonos artísticamente degradados que van del púrpura al rosa pálido. El jaspe imperial mexicano se adapta especialmente bien a la poesía de estos colores, ya que la increíble riqueza de sus tonos hace posible reproducir todos los matices de las gradaciones de tono de los pétalos de una rosa.
Así se inicia la proeza de este talentoso artesano. La producción de una rosa incluye cuatro pasos cruciales. Los materiales son valiosos y frágiles. El más leve error, como una mínima falta de precisión en un movimiento o gesto, puede comprometer de forma irremediable el trabajo del artesano.
Tallando la piedra
Todo empieza con un piedra en bruto. Una vez seleccionadas con el máximo rigor, los bloques son divididos en tiras muy finas. Esto se consigue usando sierras con hojas de diamante para poder cortar el jaspe de forma limpia. La gradación de colores de la piedra aparece en toda su diversidad en las placas cortadas.
Tallando los pétalos
Los artesanos seleccionan entonces las áreas a cortar, según los colores de la piedra. Trazan los pétalos en el jaspe usando una punta de acero. Dado que la placa es extremadamente delgada, el corte se hace con una herramienta mucho más precisa, un arco de madera de avellano tensado con un alambre de acero empapado en un abrasivo.
Montando la rosa
Como un delicado puzzle, los distintos pétalos se van ajustando, y luego se montan con cuidado y precisión sobre una superficie plana. Las uniones son termoselladas con una resina especial. La rosa montada se fija a la esfera de oro del reloj.
Pulido
Para dar a estas fantásticas esferas un brillo perfecto se inicia la etapa de pulido. Este proceso se lleva a cabo a mano frotando un abrasivo suave sobre la rosa.
El escrupuloso respeto por cada una de las etapas del proceso, llevado a cabo por manos expertas con el debido aprecio por la tradición, dará nacimiento a este milagro de la elegancia y la precisión: la esfera de piedra dura del Piaget Altiplano. Este sutil reloj combina la experiencia única de la Maison en el reino de los calibres ultraplanos con el refinamiento de la rosa, expresada aquí con un virtuosismo sorprendente.
Una obra maestra del micropuntillismo e hilo de plata “filet”
Pocas veces la expresión “manos mágicas” puede estar tan justificada. El arte de Sylvie Deschamps se desarrolla en el reino de lo diminuto, sin tener en cuenta el tiempo que precise para su obra. Para ella lo único importante es el resultado y las decenas de horas de trabajo requeridas para conseguirlo son algo irrelevante. Para bordar utiliza el hilo de oro o plata más fino posible. Incansable y siempre con la misma alegría creativa, ella enhebra su aguja e hilos en la seda la seda para crear la más exquisita y delicada de las rosas: la rosa Yves Piaget.
Este tipo de bordado es un viejo arte cuyo origen se remonta sin ningún género de dudas al periodo bizantino. En esa época, los tejidos usados para la ropa que vestían los soberanos y los dignatarios religiosos de mayor nivel, los ornamentos eclesiásticos y heráldicos, estaban decorados con valiosos hilos de oro y plata con el propósito de enfatizar su naturaleza sagrada.
Esta técnica se utilizó con un resultado excepcional en la corte francesa durante el reinado de Luis XIV. Muchos elementos del mobiliario utilizado en el Palacio de Versalles estaban recubiertos con paños bordados con hilo de oro y plata. Incluso las damas más importantes también hicieron gala de esta técnica. Madame de Montespan, la favorita más conocida del rey Sol, bordó todo un conjunto de muebles de salón para su amante de esta forma.
Sylvie Deschamps es una de las últimas artistas que dominan este arte excepcional del bordado y por ello ha sido galardonada por el Ministro francés de cultura con el prestigioso título de Maître d’Art, destacando de esta forma la excepcional naturaleza de su valioso trabajo de bordado. Durante más de cuatro años, esta perfeccionista ha sido escogida por Piaget para crear sus esferas bordadas con hilo de metales preciosos.
En cada paso se aplica un nivel de detalle increíble. En primer lugar hay que dibujar el motivo sobre la seda blanca. Esta operación se realiza utilizando una hoja de trazado que se coloca en el tejido. Con un punzón, el maestro bordador perfora la hoja según un diseño preciso que siluetea los contornos de la rosa. Esparciendo polvo sobre el trazado se consigue que el diseño parezca en la seda. Los contornos de la flor se dibujan entonces con un lápiz. En ese momento empieza el trabajo de bordado.
Los contornos de cada pétalo se acentúan con el hilo de plata “filet” que da al diseño una atractiva profundidad. El hilo en sí mismo es algo poco común. Su producción es un proceso tan delicado que se vende al centímetro. Solo los dos extremos del hilo de plata cruzan a través de la seda. El resto se fija en su lugar usando puntadas con hilo de seda prácticamente invisible mediante punto de Bolonia.
El artesano continúa su trabajo con el bordado en el centro de los pétalos. Ella siempre trabaja de fuera hacia dentro. Cinco hilos de seda de diferentes tonos que van desde fucsia al rosa pálido, y se necesitan una infinidad de una infinidad de puntos anudados para poder obtener los tonos de color. El resultado es una acumulación de puntos que le dan el nombre de micro-puntillismo a esta técnica, una obra maestra de la precisión.
Se necesitan 40 horas de bordado extremadamente cuidadoso para que la decoración de la esfera del reloj se complete. Esta pieza maestra de la relojería y el bordado se unirá a los excepcionales relojes que la firma Piaget viene creando desde 1874.
Una obra maestra que combina el esmalte Grand Feu y el grabado
La rosa Yves Piaget ha cautivado incesantemente a los diseñadores de la Manufactura con su color de peonía, sus armoniosos pétalos y su aroma suave y sensual. Periódicamente rinden tributo a sus características a través de creaciones de relojería realzadas por oficios artesanos excepcionales. Este año, Piaget renueva este ejercicio de estilo combinando el arte del esmaltado con el del tapiz y el grabado.
El esmalte, un primo lejano del vidrio se originó a orillas del mar Mediterráneo. En épocas antiguas, comenzó a utilizarse para embellecer joyas y collares antes de extenderse por toda Europa. Fabricado con vidrio al que se le añade un óxido metálico, el esmaltado ofrece una gama infinita de colores, pero es particularmente apreciado por su viveza y el número de matices que proporciona, además de su inalterabilidad al paso del tiempo.
En su forma pura se presenta en trozos o en un polvo grueso que luego se muele en un mortero para conseguir un polvo muy fino antes de enjuagarse concienzudamente. Los esmaltes limpios y lavados listos para su uso se aplican en sucesivas capas sobre el objeto a esmaltar.
Un paso clave en la creación de una esfera, el cristalizado, permite al material adherirse a la matriz. Esta última se coloca entonces en un horno calentado a 800°C durante un periodo de tiempo que varía entre los 40 y 60 segundos. Esto es a lo que los alquimistas de antaño denominaron la Gran Obra. Una operación casi mágica que se refiere a la transmutación de los materiales. Todo tiene lugar en unos pocos segundos. Con frecuencia puede aparecer una grieta en la superficie del esmalte lo que obliga al artesano a comenzar de nuevo todo su trabajo.
La parte inferior de la esfera se graba inicialmente en relieve con el motivo de la rosa Yves Piaget. A continuación se mejora el contorno de la flor usando una decoración guilloché motivo sol. El esmalte se distribuye entonces sobre su superficie en sucesivas capas y cristaliza. Las diferentes alturas del grabado crea capas de esmalte de diferentes grosores, resultando en tonos de rosa más oscuros y más claros. Una vez que el cristalizado final ha concluido, puede comenzar otro paso igualmente delicado: el pulido final.
La rosa inmortal esmaltada Grand Feu aparece en todo su esplendor agraciada con un vívido fulgor y colores inalterables que realzan de forma admirable el magnífico reloj Piaget Altiplano.