El modelo de ejemplar único Les Cabinotiers Grande Complication Bacchus atestigua que la tradición de combinar la artesanía y las artes decorativas con la pericia relojera sigue más viva que nunca en la Casa. Los maestros grabadores y engastadores de piedras preciosas de Vacheron Constantin han puesto en común su ingenio y su dedicación para lograr que este reloj sea una pieza maestra de las artes aplicadas impulsada por el calibre de manufactura 2755GC16, cuya complejidad se manifiesta a través de sus 16 complicaciones.
Esta creación de doble esfera dedicada a Baco, el dios romano de las uvas y el vino, está aderezada con rubíes en forma de uva engastados sobre un follaje de oro tallado a mano. Además de estas referencias mitológicas, el movimiento con tourbillon y repetición de minutos muestra prácticamente todas las complicaciones astronómicas y de calendario que puede exhibir un reloj. El estudio de las estrellas y el mundo divino conviven en perfecta armonía en este reloj, que materializa la simbiosis entre Baco y Johannes Kepler de forma admirable.
El virtuoso dueto de las artes decorativas
La caja de oro rosa 5N de 18 quilates de esta pieza de Les Cabinotiers está engalanada con una decoración compuesta por hojas de parra intercaladas por racimos de uvas conformados con rubíes. En el exterior de la caja, la maestría del orfebre se conjuga con la del engastador, creando una decoración figurativa que convierte a este reloj en una exhibición de delicada artesanía, única en su género. Los dos maestros artesanos se turnan a la hora de ejercitar su virtuosismo en esta pieza, que pasa de unas manos a otras, para volver a las manos iniciales en busca de los últimos retoques y acabados, un magistral dueto ejecutado a cuatro manos que requirió más de 300 horas de destreza combinada.
Antes de lanzarse a un proyecto de tal envergadura, fue necesario llevar a cabo una prueba inicial de engaste en una zona de la carrura que había sido previamente preparada al efecto, para garantizar la viabilidad del proyecto y las diferentes fases de desarrollo. Tras colocar la decoración en su lugar mediante el uso de un punzón, el grabador comenzó a preparar el modelo usando una técnica de bajorrelieve que consiste en crear celdillas o surcos, labrando delicadamente el material con un buril para lograr que el motivo de follaje destaque sobre la superficie. Esta preparación supuso elaborar 113 oquedades para los cinco rubíes de diferentes tamaños que forman las uvas, junto con el suficiente material circundante para que pudiesen quedar fijos en su lugar. El maestro engastador asumió el control en ese momento, en fases sucesivas, para engastar los rubíes tallados en forma de cabuchón, utilizando una técnica que combina el engastado con garras y biseles, que exige un mínimo de tres puntos de unión.
Después de haber formado los racimos de uvas, el grabador retomó el modelo para llevar a cabo el acabado, enfrentándose a la dificultad añadida de tener que hacer su trabajo sorteando las piezas engastadas, sin tocarlas. Las hojas de parra fueron delicadamente modeladas utilizando la técnica de grabado intaglio que supone vaciar el material y después pulirlo. Y como hasta el último detalle es importante, el maestro grabador se tomó la molestia de acanalar levemente el perímetro de cada hoja, para acentuar el efecto visual de tres dimensiones. El follaje, de esa manera, emerge claramente de la carrura del reloj, más aún, si cabe, por el hecho de que la base ha sido delicadamente tallada. Para lograr este efecto esmerilado, el orfebre martillea la superficie punto por punto, para aumentar el contraste con los elementos realzados que tienen acabado pulido.
La decoración de la caja prosigue en el bisel y en el fondo, con un grabado elaborado a mano que representa hojas de parra. La dificultad que encierra este grabado intaglio radica en la ausencia de perímetro o línea de contorno. Calada a través de toda la anchura del bisel, la guirnalda destaca en solitario gracias a la regularidad metronómica del motivo. Este último aspecto también se refleja en las dos opciones de cierre, broche de ardillón o cierre desplegable, que acompañan al reloj y que requirieron por sí solas toda una semana de trabajo.
Calibre 2755 CG16
Para crear el movimiento de este reloj con grandes complicaciones, los maestros relojeros de Vacheron Constantin se inspiraron a modo de referencia en el Tour de l’Île, una pieza presentada en 2005 como tributo a los 250 años de experiencia y maestría en la fabricación de relojes acumulados por la Casa con sede en Ginebra. Heredero de ese espíritu, el reloj Les Cabinotiers – Bacchus contiene 16 complicaciones y es uno de los relojes de mayor complejidad producidos por la Casa. En aras de la precisión cronométrica, el calibre de carga manual 2755 GC16 está dotado con un regulador tourbillon para compensar el efecto ejercido sobre el mecanismo por la fuerza de gravedad. Alojado en una jaula con forma de cruz de Malta, que es el emblema de Vacheron Constantin, el tourbillon completa una rotación por minuto, con lo que asume las funciones de segundero pequeño. Este reloj también incorpora un repetidor de minutos que marca las horas, los cuartos y los minutos, a solicitud. Para evitar ruidos innecesarios, así como el excesivo uso y desgaste del mecanismo, el repique de las campanas está dotado con un ingenioso regulador volante de sonería centrípeto. Este dispositivo absolutamente silencioso regula la duración de las secuencias musicales a fin de obtener unos sonidos claros, distintivos y regulares.
El calendario y las funciones astronómicas desempeñan un papel estelar en las dos esferas del reloj. La cara frontal, en la que se puede admirar el ballet mecánico ejecutado por el tourbillon ubicado a las 6 en punto, también exhibe, en tres contadores, los indicadores del calendario perpetuo. Colocados en la parte superior de la esfera, muestran respectivamente la fecha, el día y el mes. Diseñados para respetar las peculiaridades del calendario gregoriano sin necesidad de ningún ajuste hasta el año 2100, su complicación relojera se incrementa con la indicación del ciclo de año bisiesto. Esta última indicación aparece en una pequeña abertura junto a la aguja que indica la fuerza almacenada en el mecanismo de repetición de minutos, ubicada entre la una y las dos de la esfera. Esta indicación de reserva de marcha del mecanismo de repetición está acompañada por la indicación de reserva de marcha del movimiento, que se puede leer por medio de una aguja serpentina que comparte eje con la aguja indicadora del día de la semana.
La compleja mecánica de esta pieza también ofrece una indicación astronómica del tiempo, lo que representa un tributo a Johannes Kepler (1571-1630), que es considerado como uno de los fundadores de la astronomía moderna, puesto que descubrió las leyes del movimiento planetario, en perfecta congruencia con las hipótesis heliocéntricas de Copérnico. Las primeras funciones astronómicas por lo tanto aparecen en esta misma esfera de opalina de color champán, comenzando con la ecuación del tiempo situada entre las 10 y las 11 horas. Como el camino recorrido por la tierra alrededor del sol no es circular, sino elíptico, y como el eje de la tierra está inclinado a 24° respecto del plano de su órbita, el tiempo transcurrido entre dos pasos cenitales del sol no es idéntico a lo largo de todo el año. Las duraciones del (verdadero) día solar y del día civil (promedio) de 24 horas tienen unas diferencias que oscilan entre -16 y +14 minutos, dependiendo del momento del año, y únicamente coinciden cuatro veces al año. Denominada ecuación del tiempo, o corrección de tiempo en lenguaje astronómico, este diferencial se muestra a través de una aguja exclusiva, mientras que las horas de salida y puesta del sol, ajustadas en función de una ciudad de referencia, aparecen en la parte inferior de la esfera.
Un reloj astronómico, tal y como lo conciben los maestros relojeros de Vacheron Constantin, no estaría completo sin una indicación de hora sidérea. Esta indicación encuentra su lugar al dorso del reloj, en forma de disco rotatorio que muestra la bóveda celeste con sus constelaciones tal y como se observan en el hemisferio norte. Tomando una estrella fija del firmamento como punto de referencia, el tiempo que la Tierra necesita para completar una rotación de 360 grados, o día sidéreo, es exactamente 23 horas, 56 minutos y 4 segundos. Como durante su desplazamiento la Tierra gira tanto sobre su eje como alrededor del Sol, se necesitan cuatro minutos adicionales respecto de la duración del día civil para que vuelva al punto de origen establecido en relación con una estrella determinada. En este modelo, el disco “celeste”, por lo tanto, completa una rotación de acuerdo con el tiempo sidéreo y la hora se muestra en el perímetro, frente a la fecha que aparece en la periferia del disco móvil. Esta misma fecha puede leerse mediante una gran aguja central que se desplaza sobre una guía fija exterior que muestra una escala graduada en incrementos de cinco días. Esta aguja también indica el signo del zodiaco, la estación y las cuatro fechas correspondientes a los solsticios y los equinoccios. Por último, la pequeña aguja central indica la edad de la luna, es decir el número de días que han transcurrido desde la última luna llena.
Compuesto por 839 piezas y con un diámetro total de 33,90 mm y un grosor de 12,5 mm, este movimiento, dotado con una reserva de marcha de 58 horas, representa todo un alarde técnico que es aún más especial, si cabe, por el hecho de que muestra todas sus funciones de una forma perfectamente legible en sus dos esferas. Dotado con un volante que oscila a un ritmo de 18.000 alternancias por hora (2,5 Hz), está alojado en una caja de oro rosa 5N de 18 quilates, con 47 mm de diámetro, cuyas características han sido específicamente diseñadas para que la función de repetición de minutos disfrute de la mejor sonoridad posible.
“Le Temps Céleste”
Cada año, el departamento de Les Cabinotiers presenta una gama de modelos de ejemplar único relativos a un tema que goce de la estima de Vacheron Constantin. El año 2021 está dedicado a “Le Temps Céleste” (que significa Tiempo Celestial), con relojes que hacen referencia a los orígenes astronómicos de la medición del tiempo.
Desde los albores de la civilización, el ciclo de los días y las estaciones, la evolución de las constelaciones en el cielo nocturno, las fases y los eclipses lunares han ejercido una fascinación casi mística. En su ardiente deseo por desentrañar los misterios del universo, los primeros seres humanos descubrieron en las narraciones mitológicas una cosmogonía que combinaba leyendas y poesía. En una etapa inicial, las primeras mentes científicas trataron de descifrar los ritmos de la naturaleza y de organizarlos en torno a patrones predecibles.
A partir de estos cálculos, y con la aparición de la escritura, nacieron los primeros calendarios, antes de que el sistema babilónico sexagesimal diese significado a la división física del tiempo en unidades de ángulo. La relojería tradicional es heredera directa de este riguroso y científico enfoque, que se expresa hoy en día en relojes con indicaciones de calendario, de carta celeste, fases lunares, mareas y estaciones, e incluso hora civil, solar y sidérea, junto con sus diferenciales. Vacheron Constantin, no obstante, ha tratado de que estos verdaderos instrumentos de observatorio estuviesen dotados con todo el encanto de los mitos fundacionales, a través de la sutileza de su orfebrería, por medio de su trabajo de los relieves en guilloché y el grabado de motivos simbólicos, o en el brillo escintilante de las piedras preciosas engastadas. Esta nueva gama de Les Cabinotiers es la manifestación de la excepcional pericia en relojes astronómicos y su devoción hacia la poesía del tiempo.
Referencia 9700C/000R-B755.