Determinados relojes se libran al devenir de los tiempos, sin sucumbir a sus estragos. El Riviera es uno de ellos, se lanzó en 1973, cuando la industria relojera parecía que podía permitírselo casi todo. Fue el momento en que Baume & Mercier optó en presentar un reloj potente, diferente, único y distintivo: el Riviera; este rompía los códigos para apropiárselos mejor. En aquella época, los relojes de oro y diámetro reducido se consideraban la exquisitez del lujo, Baume & Mercier fue la primera marca en percibir que el viento estaba cambiando de dirección, que los comportamientos de los consumidores estaban evolucionando a otras líneas y que la moda estaba avanzando. El reloj Riviera se anticipó a los cambios. La sociedad del entretenimiento, el espíritu de independencia de la época y el deseo de modernidad imponían sus designios.